Animated Turtle

lunes, 19 de mayo de 2014

El autómata



 Hubo un tiempo en que existía un autómata, un autómata distinto a los demás. No lo era porque destacara, o porque tuviera alguna habilidad, sino porque se expresaba, porque su rostro no era una placa tallada, en oro, en bronce o en plata. Podía mostrarse triste o alegre, podía silbar, podía llorar, podía hacer muecas o enfriarse en la seriedad. Mas no era su don algo que tuviera valor. En su mundo de autómatas reinaban las caras que ocultaban, no las que mostraban. En su mundo de autómatas las cosas como él no se podían entender, infundían temor, desconcierto, una nube de prejuicios envenenada en la incomprensión. Pero él no entendía por qué, por qué aquello tenía que suceder.

 Su coraza, además, no brillaba. No tenía joyas engarzadas ni un diseño de última gala. Portaba, entonces, una apariencia de escaso valor. Y gracias a ella andaba con discreción, observaba, pero no llamaba la atención pues todas las miradas le sobrevolaban, ignorantes del tesoro que guardaba en su interior. Allá donde otros poseían cadenas de engranajes que bullían en la negrura del aceite, él blandía un corazón. Era un motor distinto, frágil pero repleto de un confortable calor, impredecible, pues era guiado por el sentir del amor, del honor, del respeto y de la comprensión.

 Pero sentir no estaba programado en los autómatas de serie, eran rostros de única expresión e intereses prediseñados. Por eso aquel autómata se sentía desubicado, sentía su corazón como una carga y sus sentimientos como una maldición. Así pues los llevó de un lado a otro a través del tiempo, y forjó recuerdos, los arrastró por calles empedradas de vacías miradas pero no halló jamás la luz, el calor que tanto anhelaba.

 Caminó de norte a sur, fue desde el este hasta el oeste, pero nunca regresó, nunca pudo ser la marioneta inánime que fue una vez, el autómata inconsciente que no cargaba un corazón. Y con tal anhelo se perdió, se adentró en parajes ocultos por nieblas heladas de llanto, a través de árboles sin expresión, fríos, sin un lugar donde ir, solo el deseo de dormir. Y a ellos los envidió.

 Nunca regresó de aquellos bosques donde se abrigó con la soledad, aquella prenda forzada que al final de todo aceptó. No volvió a andar entre los autómatas, nadie volvió a ver su expresión, su existencia, su vida oxidada, condenada por la espera de una luz que jamás abrazó.  

Traducción y análisis "The sound of silence"

 Hola oscuridad, mi vieja amiga he venido a hablar contigo otra vez pues una visión reptando discreta dejó sus semillas mientras dormía Y la...