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miércoles, 29 de julio de 2020

Así lo escribiría yo - Empezar una novela

(Texto de "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha", imagen del disco "La leyenda de la Mancha" de Mägo de Oz)

Escritores: seres humanos que tras escribir uno o quizá dos libros, se dedican también a escribir artículos diciendo cómo deben hacerse las cosas. Nunca olvidan largas introducciones de relleno en las que suelen dejar caer algo sobre sus propios trabajos. Supongo que no soy un escritor, porque intento no hacer eso.

La primera vez que quise empezar a escribir una novela, miré en internet cómo hacerlo. Craso error. La web está llena de "expertos" que dirán cientos de cosas, pero la verdad está en los libros. Así que fui a mi estantería y miré el comienzo de los libros de fantasía que tenía. ¡Menudo alivio! Comenzar no es tan complicado; de hecho, creo que se puede hacer como a cada uno le dé la gana. Y eso hice yo, porque más o menos tenía una idea a pesar de que no estaba seguro de que estuviera bien.

Ahora considero que no tendría problemas en empezar cualquier novela. Soy de los que lo hacen por el prólogo, claro está, aunque a mí me gusta utilizarlo para presentar el gran escenario y enlazarlo con la historia verdadera... Soy un clásico, pero es lo que también me gusta como lector. Por ejemplo:


Prólogo 


Paco extendió el mantel rojo de su difunta abuela sobre la mesa. Puso platos, cubiertos y vasos ante cada una de las cuatro sillas y fue a la cocina en busca de la comida. Esperaba que sus amigos la disfrutasen y que juntos pudieran reír y olvidarse de las vicisitudes de aquel día. Paco era un hombre trabajador, poco sociable y por ello marcado como "el calladito", aunque estaba a gusto con ello. Sus amigos lo comprendían y conocían bien, aunque por desgracia, eran imaginarios. Y mientras Paco cruzaba el umbral de su cocina, unos ojos reales observaban desde una esquina.


Capítulo 1 


La cena había sido todo lo que Paco habría deseado, y ahora dormía con el estómago lleno de pasta y albóndigas, la comida perfecta antes de irse a dormir. Pero su apacible sueño fue interrumpido por una caricia, y al principio se sintió como en uno de aquellos siete días en los que tuvo novia. Pero no, él sabía bien que aquello había pasado hacía años, por lo que abrió los ojos, alarmado. Había alguien allí y se asustó.
   -¿Quién eres? -preguntó con la voz aguda por el miedo, ocultándose bajo la sábana.
   -Soy tu mayor temor, y también tu única esperanza de ser mejor. De ser tú -dijo una voz gutural.
   Bla, bla, bla, ya me cansé de pensar.

Algunas personas (escritoras o lectoras) prefieren empezar por la acción, o sea, por Paco siendo despertado. Yo ya lo he dicho: a mí me gusta más lo clásico, preparar la mesa, con sus manteles y cubiertos antes de servir la comida. Empezar por la acción me parece comenzar por el postre, porque al final vas a tener que poner la mesa también, y con el estómago lleno.

Hasta el momento no conozco ningún comienzo de libro que no me guste. Reconozco que alguna vez he comenzado alguna historia con cierta acción, pero también descripción. Podría decir que es una mezcla de ambas cosas, y quizá mi manera preferida de empezar una historia. He visto libros de pura descripción al inicio, y no me han molestado en absoluto. Siempre recordaré con cierta sonrisa el prólogo de "El Señor de los Anillos", donde incluso nos dedican un apartado para hablar de la hierba  que fuman los hobbits, ¡ja! Tolkien no temía al qué dirán, y hoy en día sigue siendo y será siempre un referente. Es un temor del que pienso que deberíamos desprendernos, pero tampoco volviéndonos unos inconscientes. Creo que la principal pregunta a hacerse es: "¿me gustaría leer esto?" Si la respuesta es un sincero , adelante. Pero hay que bajarse del ego para reconocer esas ocasiones en las que por dentro se piensa en un no.

Otra cosa en la que me gusta pensar, aunque es una tontería, es en que la primera frase suene genial, sin llegar a ser pomposa ni estúpida. ¿Quién no querría que la  primera frase de su libro se hiciera memorable, como aquel En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme? Para ello hay que pensarlo bien, si acaso te importa esta parte. A mí sí, la mayoría de veces, al menos.

Por tanto, pienso que es sencillo empezar una novela. Solo hay que empezar a escribirla tal como se la contarías a alguien, o a ti mismo/a. Ya habrá tiempo de corregirla más adelante, de quitar, poner o cambiar cosas. Suelo acordarme de una de las pocas cosas útiles que aprendí en el instituto: introducción, desarrollo, conclusión. Eso lo aplico a las novelas, aunque la introducción sea un capítulo, el desarrollo 40 y la conclusión uno. Y hasta aquí este artículo sobre cómo hago yo esto de comenzar una novela. A cada persona le corresponde un inicio diferente, dependiendo de qué vaya su historia y de sus deseos. Así que aquello que te guste de este artículo, lo tomas; lo que no, lo dejas.


jueves, 16 de julio de 2020

Así lo escribiría yo - Describir personajes



Escritores: seres humanos que tras escribir uno o quizá dos libros, se dedican también a escribir artículos diciendo cómo deben hacerse las cosas. Nunca olvidan largas introducciones de relleno en las que suelen dejar caer algo sobre sus propios trabajos. Supongo que no soy un escritor, porque intento no hacer eso.

La primera vez que describí un personaje importante lo hice con una parrafada, tal cual. Describí su aspecto físico y el por qué de algunas de sus características (delgado porque le gustaba correr, pálido porque solía cubrirse todo el cuerpo...). También describí su personalidad y lo enlacé con lo que estaba sucediendo en aquel momento. ¡Todo esto ocupó unas 395 palabras! Un "rápido" ejemplo:

María entró en la oficina del paro y vio a un hombre sentado frente a la puerta que acababa de abrir con una mano pequeña cuyas uñas había pintado ayer a las 21:43 de la noche con un nuevo color carmesí comprado en la tienda más cercana a recomendación de su peluquera. Pero el nombre de aquel hombre era Paco (¿cómo demonios sabía esto María?) y parecía mayor que ella. Su mirada estaba perdida en las baldosas azuladas que alguien había limpiado hacía poco y aún despedían cierto aroma a lejía. Paco llevaba una camisa de botones azul, aunque los dos más altos estaban desabrochados, dejando ver una pelambrera negra como un mar de chapapote estorbado por algunos trazos de blancura. Negros eran también sus cabellos, al igual que la perilla y las pestañas que en aquellos momentos ocultaban el marrón de sus ojos cansados. Vestía además unos pantalones vaqueros del mismo color que la camisa, pero más oscuros, y unos mocasines marrones. María pudo ver sus calcetines blancos, pues al estar Paco sentado y encorvado, con los robustos brazos apoyados sobre las rodillas, subían sus perneras. Bla, bla, bla. María lleva ya diez minutos observando a Paco desde la puerta de la oficina del paro. Esta es una sensación que prefiero evitar.

Sin percatarme de ello al principio, me sentí muy cansado cuando describí a aquel primer personaje de esta manera. Lo supe cuando llegó otro personaje importante y, con ello, su descripción. "Yo no voy a describir a cada personaje de esta manera", me dije; y eso hice. A partir de entonces, comencé a utilizar una descripción más breve, añadiendo después algunos detalles mediante acciones o reacciones del personaje. Se puede decir que Fernando es tímido sin decir "era tímido" si lo mostramos bajar los ojos ante la mirada coqueta de Manolo, por ejemplo. Bueno, como todavía hay espacio para escribir un poco más, voy a intentar reproducir la situación de antes con una descripción más activa, a ver si sirve de ejemplo.

María entró por la mañana en la oficina del paro y vio a un hombre sentado y con la cabeza agachada. Cerró la puerta y buscó donde sentarse, devolviendo los ojos a aquel sujeto después. Los cabellos eran negros y el cuerpo robusto. Vestía una camisa azul claro de botones y los pantalones eran de un tono más oscuro, los zapatos eran marrones. María dejó de observarlo y se miró las uñas, comprobando que no habían perdido su tono carmín. No sabía si era por el olor a lejía que flotaba en aquella sala, pero no le gustó la visión de aquel hombre y decidió evitarlo. 

Y ya está. Con la mitad de palabras, he dicho incluso más que en la descripción anterior, creo yo. Al menos, María no se pegó diez minutos observando a Paco desde la puerta, y hay espacio para que ocurran más cosas. Por supuesto, esta es la manera de describir que me gustaría usar más a menudo, no la que uso siempre. Confieso que la última vez que describí a un personaje que me entusiasmaba, solté la parrafada del siglo. ¡Pero qué le voy a hacer! Me esfuerzo en agradarme a mí mismo más que a ninguna otra persona, y ese personaje era (y sigue siendo) alguien especial.

También me gusta tener en cuenta que no me parece necesario decirlo todo de un personaje desde el principio. Al igual que nosotros no conocemos a los demás (ni a nosotros mismos) desde el comienzo, sino que lo vamos haciendo con el tiempo y las cosas que pasan, así pienso que deberíamos presentar también a los personajes. Y si alguna vez pienso que estoy omitiendo detalles importantes, recuerdo que Tolkien jamás habló del color del pelo de Legolas. Sí, sí, el elfo rubio que vimos hacer tantas cosas en las películas; pero, ¿quién dijo que era rubio? A lo mejor tenía el pelo azul.

Para terminar, la longitud de mis descripciones suele ir de la mano de la importancia que yo le doy al personaje... aunque no podemos decidir quiénes importarán más a los lectores. Pero, ¿importa en verdad eso? Depende de para quién escribamos. Por eso pienso que es bueno encontrar un equilibrio. ¡Igualdad de descripciones para todos!

Así que al final, las descripciones serán como a cada escritor o escritora les parezca. Esta es solo la manera que yo tengo de describir a los personajes, pues no soy quien para dictar cómo deberían hacerlo todos.

miércoles, 1 de julio de 2020

Así lo escribiría yo - Llevar un grupo de personajes




Escritores: seres humanos que tras escribir uno o quizá dos libros, se dedican también a escribir artículos diciendo cómo deben hacerse las cosas. Nunca olvidan largas introducciones de relleno en las que suelen dejar caer algo sobre sus propios trabajos. Supongo que no soy un escritor, porque intento no hacer eso.

Soy fan de las historias en las que hay un grupo de protagonistas o un protagonista con varios secundarios importantes; da igual los términos que quieras utilizar, seguro que sabes a lo que me refiero: historias como "El Señor de los Anillos", "One Piece", "La Banda del Patio"... Hace poco empecé a darme cuenta de que hay diferentes maneras de hacer esto, así que decidí compartir cómo lo hago yo. Después, que cada cual piense si esto le es útil o no.

Pues a mí me gusta que cada personaje tenga un pasado y un objetivo o incluso sueño, así como una vinculación al protagonista y, por supuesto, diferentes interacciones con el resto de compañeros. Lo tengo que decir, pero One Piece me parece el mejor ejemplo de esto; los personajes son además muy originales. Así pues, y aunque no siempre lo consigo, lo admito, intento que cada protagonista tenga un pasado que se desvele tarde o temprano en la historia. No veo necesario que el personaje se presente ante los demás y diga "hola, soy Juanito, un grupo de ladrones dirigido por el envidioso de mi tío mató a mis padres y quiero venganza, porque violó a mi madre mientras yo miraba debajo de la cama, ¿qué tal?". Nah, prefiero jugar con el pasado de cada cual, y a veces desvelar un poco al principio o no, a veces dejarlo para otros momentos, a veces solo insinuarlo o que incluso el personaje mienta. ¿Cómo hablaríamos de nuestro pasado a una persona que acabamos de conocer? Dudo que lo contásemos todo, así que pienso que lo mismo se aplica a las historias, ya sea que el personaje esté hablando o que sea el narrador quien lo cuenta (o lo oculta) todo a los lectores. También se puede presentar a un personaje que es conocido porque le pasó tal o cual cosa, o porque hizo algo horrible años atrás. Esto va a gusto de cada escritor.

Una cosa que no me gusta y que he visto en algunos libros es olvidarse de algunos personajes que están en la compañía. En "Las Crónicas de Belgarath" tuve la sensación de "ah, ¿pero ese tipo estaba ahí?" en más de una ocasión. Había uno o dos personajes de los que podían olvidarse durante un capítulo o dos sin que estos capítulos trataran de algo que ocurría en otro lugar. El grupo estaba viajando con ellos, pero ni se los mencionaba. A ver, esto es cuestión de no agarrar más de lo que cabe en tu mano. Si no puedes llevar bien a tres personajes, no metas seis; pienso que hay que ir con la cantidad con la que uno se sienta cómodo y ya está. Eso de "ah, ¿pero estaba ahí?" también me pasó hace poco mientras leía "Las Crónicas de la Dragonlance" (vaya con el uso de "crónicas" para los títulos). Lo recuerdo a la perfección porque fue este mismo año, y en el segundo libro olvidaron por completo a Tika durante unos dos capítulos. Tuve que volver atrás para cerciorarme de que no la habían dejado por ahí o algo, pero no, había estado allí todo aquel tiempo. Sin embargo, tampoco es bueno pasarse y mencionar la reacción de cada personaje a cada cosa que ocurre; creo que hay que pensar bien cuándo y cómo usar a cada uno de ellos, casi como si fuera una partida de cartas. En fin, si quieres a tus personajes, no los olvides. Ellos no lo harían.

Algo bastante bueno que creo que se puede hacer cuando tienes tantos personajes es separarlos de vez en cuando. Esto sí suele ocurrir en todos los libros y es obvio. Siendo tantos y teniendo diferentes habilidades, es normal que la compañía se divida en determinadas situaciones. Y no solo es normal, sino bueno para la historia... dependiendo de cómo lo hagas. Recuerdo con amargura las separaciones en "Añoranzas y pesares" porque me parecieron cansinas e irrelevantes en su mayor parte; un libro que no volvería a leer, por cierto. Si hay que narrar dos caminos diferentes, que sea por algo, que se le dé la oportunidad de brillar a otros personajes y de desarrollar sus relaciones con quienes lo acompañen si es para algo importante o interesante. No tendría sentido narrar cómo Mari Carmen abandonó a la compañía un momento para comprar pan si lo único que le ocurrió es que además de pan compró zanahorias, wow. Tiene que pasar algo más, digo yo.

Un consejillo que me doy a mí mismo: repartir los diálogos. Que no siempre sean los mismos los que hablen, aunque he de reconocer que mis personajes más tímidos hablan poco... al principio. Si también eres una persona tímida, sabrás que hablas más cuanto más a gusto te sientes con las personas que te rodean; en cambio, callas frente a desconocidos. Para que los lectores no se despisten con los personajes, conviene recordar de vez en cuando quiénes son con palabras breves, pienso yo. En mi cabeza los conozco a todos muy bien y sé quiénes son, pero claro, es mi historia. Aunque en general, no me cuesta recordar quién es quién en cada libro, excepto en el Silmarillion, donde todavía me confundo con Fingolfin, Finarfin y Fingon. (Nota extra: no usar nombres parecidos).

Y ya no se me ocurre nada más que decir. Por supuesto, no siempre cumplo todo esto que me digo a mí mismo, ni siempre lo veo necesario. Es la magia de la escritura, que las verdaderas "reglas" son escasas y siempre puede haber una historia que se las salte y, aun así, te sorprenda.

Traducción y análisis "The sound of silence"

 Hola oscuridad, mi vieja amiga he venido a hablar contigo otra vez pues una visión reptando discreta dejó sus semillas mientras dormía Y la...