Hola oscuridad, mi vieja amiga
he venido a hablar contigo otra vez
pues una visión reptando discreta
dejó sus semillas mientras dormía
Y la visión en mi cerebro sembrada
permanece ahí
en el sonido del silencio
En sueños inquietos andaba solo
por estrechas calles empedradas
Cerca del halo de una lámpara callejera
giré el cuello hacia el frío y la humedad
cuando mis ojos fueron apuñalados por el brillo de una luz de neón
que partió la noche
y rozó el sonido del silencio
Y en la luz desnuda vi
a mil personas, quizá más
gente hablando sin decir nada
gente oyendo sin escuchar
gente escribiendo canciones que nadie nunca compartiría
Nadie se atrevía
al silencio perturbar
“Idiotas”, dije, “No sabéis
que el silencio crece como un cáncer
oíd mis palabras que quizá os enseñen
tomad mis brazos que quizá os alcancen”.
Pero mis palabras cayeron como gotas de lluvia mudas
y resonaron en los pozos del silencio
Y la gente se inclinó y rezó
ante el dios de neón que crearon
Y una señal destelló su advertencia
en palabras que formó
Y la señal decía “Las palabras del profeta
están escritas en los muros del metro
y en los corredores
Y susurradas en el silencio
“The sound of silence” es una canción que escribió Paul Simon, de Simon y Garfunkel, cuando tenía 21 años, en 1964. La primera línea de la canción, “Hola oscuridad, mi vieja amiga”, está inspirada, nada más y nada menos, que en los momentos en los que Paul cantaba a oscuras en el cuarto de baño, porque allí disfrutaba del eco que seguramente muchos hemos comprobado alguna vez.
Escribió la canción completa durante su primer trabajo en el mundo de la música. Este consistía en llevar canciones de otros artistas a discográficas para ver si a sus artistas les interesaba. Trabajó en esto durante unos seis meses y no logró colocar ninguna canción, así que, sintiéndose culpable, decidió dar algunas de sus canciones a la compañía. No obstante, hubo una discusión y rechazó entregarles su última canción. Esta era “The sound of silence”.
Paul llegó más tarde a un acuerdo para publicarla con un productor llamado Tom Wilson, que creía que encajaría bien con otra banda, pero Paul insistió en mostrar cómo se oía cantada por dos personas. De ahí salió la versión con Art Garfunkel, que impresionó a la discográfica y firmó para un álbum. Este, por desgracia, fue un fracaso a pesar de la publicidad que se le dio y Simon y Garfunkel se separaron.
Sin embargo, Tom Wilson todavía creía en la canción y decidió añadirle algunos instrumentos eléctricos aprovechando el movimiento del folk-rock de la época. Simon y Garfunkel no supieron de esto hasta que el éxito resonó por todas partes, y entonces se les llamó y se unieron de nuevo. De no haber sido por la intervención de Tom Wilson, esta canción y el dúo habrían caído en el olvido.
Pero, ¿qué nos cuenta la canción? ¿Qué es eso del sonido del silencio? En pocas palabras, esta habla de la soledad que se siente en una sociedad vacía, de conversaciones banales sin significado ni profundidad. “The sound of silence” comienza con una persona que se dirige a la oscuridad, a quien conoce desde hace mucho tiempo a causa de la soledad. Le cuenta que ha tenido un sueño en el que recorría una calle hasta que una luz lo deslumbró. Entonces vio a miles de personas que hablaban sin decir nada, que oían sin escuchar. Es una clara referencia al tipo de comunicación que ya se veía en aquel entonces, y que hoy en día reina más que nunca. La línea “gente escribiendo canciones que nadie nunca compartiría” puede referirse a esas ideas, esos sentimiento que a veces dejamos escritos pero nunca nos atrevemos a compartir, a contar por vergüenza o temor a los estereotipos. Nadie se atreve a romper el sonido del silencio.
La canción pasa después a un diálogo. “Idiotas”, dije, “no sabéis que el silencio crece como un cáncer”. Y así es. Dejamos que este miedo se extienda y forme parte de nuestra vida como algo natural, cuando no lo es. Lo natural es que seamos nosotros mismos, que nos expresemos sin temor y no dejemos crecer el sonido del silencio. Así pues, las palabras del diálogo caen en saco roto y luego aparece el dios de neón, algo que en la actualidad bien podría ser una alegoría a las pantallas y la tecnología que cada vez más dominan nuestra vida y condicionan nuestras habilidades de comunicación. Es un dios falso, que la gente ha creado, y en la canción es desafiado por una luz que indica que las palabras del profeta están escritas en los muros del metro y en los corredores, referencia quizá a esos grafitis que muchas veces nos enseñan palabras que parecen tonterías (muchas veces lo son, en verdad), pero que suelen declarar mensajes cada vez más olvidados sobre sentimientos humanos. Ama, vive, sueña, persigue la felicidad. La última línea, “y susurradas en el silencio”, referida a las “palabras del profeta”, indica en esta ocasión otro tipo de silencio, ese de una minoría que en soledad todavía se atreve a desafiar a los dioses de neón e impedir que el silencio crezca, aunque se refugien en él.